La devoción al Santísimo Cristo de la Luz, en Dalías, se remonta en el tiempo y hoy por hoy desconocemos sus orígenes, algunas leyendas la sitúan en el Siglo XVI, pero no dejan de ser leyendas que se han ido transmitiendo de forma oral, sin que nadie se haya preocupado de constatar cuanto de verdad hay en ellas, pues la leyenda, deformada o no, encierra siempre una parte de verdad.
Desde principios del Siglo XIX, concretamente en 1804, se conoce cuando el párroco de Dalías escribe al Obispo de Granada, a cuya diócesis pertenecía entonces, en la descripción que hace de todo lo que se había salvado del violento terremoto que había asolado el pueblo y también la iglesia, hace mención a la imagen del Cristo de la Luz. En la topografía medica de Rodrigo Carreño, de mediados del Siglo XIX, se lee en referencia a sus comentarios sobre la iglesia de Santa María de Ambrox: "se da culto en ella y muy ferviente a un Jesús enclavado que llaman el Santo Cristo de la Luz, que es una obra al bulto hecha en bronce de un merito artístico sobresaliente".
Así llegamos al Siglo XX, cuando la imagen del Santísimo Cristo de la Luz fue destruida en la Guerra Civil y se encargo la imagen actual por D. Francisco Callejón Moreno y D. José Lirola Cerezuela al imaginero sevillano Antonio Castillo Lastrucci, sin duda el mejor imaginero del momento. El contrato se firmó el día 10 de abril de 1937 y la imagen llego a Dalías el 3 de mayo de 1939. El precio establecido fue de cuatro mil pesetas y las condiciones de pago eran, dar mil pesetas a la firma del contrato, otras mil cuando estuviera en la madera y las dos mil restantes cuando llevara quince días en Dalías. La belleza de la Imagen tallada por Antonio Castillo, la segunda de los treinta y siete crucificados que realizó, tuvo que cautivar a las gentes de Dalías y la devoción se fue incrementando, primero por todo su antiguo término municipal, hoy municipio de El Ejido, por toda la comarca después y finalmente a toda la provincia y fuera de ella, como lo demuestra la impresionante peregrinación que de manera espontánea se organiza, ya desde finales de Agosto, va en aumento conforme avanza Septiembre y culmina con una auténtica riada de peregrinos la noche del Sábado anterior al tercer domingo de Septiembre, día en que se celebra la Procesión del Santísimo Cristo de la Luz por las calles del pueblo, entre millares de devotos que se agolpan a su paso y saludado a cada instante por impresionantes descargas de cohetes, que tienen su punto culminante en la Entrada, cuando el pueblo, mirando a su Cristo parado en las escalinatas, se estremece ante el estallido de los cohetes cuya luz hace de la noche día.
El año 1993, quedará para siempre en la memoria, de los dalienses y de todos los devotos, la madrugada del 20 de septiembre después de haber celebrado sus fiestas ardía toda la techumbre del templo y dos retablos concretamente los que albergaban las imágenes que procesionaban el jueves santo. Afortunadamente un grupo de hombres despreciando el peligro arriesgaron sus vidas para sacar la Sagrada Imagen de entre las llamas. A los que nos habíamos retirado antes a descansar de la intensa semana vivida, nos despertó sobresaltados el bullicio de las calles, el sueño desapareció de nuestros ojos y el cansancio de nuestro cuerpo cuando supimos que el Templo había ardido.
Afortunadamente la inquietud desapareció de nuestras almas al saber que el Cristo se había salvado del incendio, que aunque había sufrido los efectos del calor tremendo que había soportado, estaba con nosotros, porque un grupo de valientes lo habían salvado. La imagen desoladora del Templo convertida en pasto de las llamas no nos desanimó, porque nos alentaba la visión de nuestro Cristo que, herido por el fuego, parecía ejercer sobre nosotros una fuerza especial y esa impresión fue generalizada. Había que ponerse manos a la obra, aquel mismo día y así fue, primero, a las 5 de la tarde, nos convocaron a una reunión para formar una comisión que canalizara desde aquel momento las actuaciones, después, a las 9 de la noche, una segunda reunión para organizar subcomisiones de trabajo. Fue un año intenso, pero gracias al esfuerzo de todos y a la generosidad de los devotos del Stmo. Cristo, de todos los lugares comenzó a llegar donativos. Cuantos agradecimientos habría que haber realizado, sin duda que el Santísimo Cristo de la Luz habrá colmado con creces tanta generosidad.
En septiembre de 1994, tal y como nos lo habíamos propuesto el Cristo salía otra vez de su Iglesia, aunque no finalizadas todas las obras, si hechas las necesarias para que la imagen estuviera otra vez en el templo. En junio volvía el Cristo de Sevilla, donde había sido restaurado en el taller de Juan Abad y Silvia Martínez. En el año 1999 fue sometida a una segunda restauración, esta vez en Madrid, en el Taller de los Hnos. Cruz Solís, quienes, tras un extraordinario trabajo, nos devolvieron una imagen quizás nos haya permitido ver la obra original de Castillo Lastrucci, tal y como la vieron aquel 3 de mayo de 1939 cuando llegó a Dalías. Este año también fue particular y emotivo, pues ocurrió algo que ni los mas ancianos recordaban haber vivido, la lluvia pertinaz que cayera desde las primeras horas de la mañana, una vez bajada la imagen a sus andas, no ceso hasta que la imagen fue de nuevo colocada en el altar sin haber procesionado.
Fuente: http://www.cristodelaluz.es/historia.aspx
Gracias a esta informacion, muchos de nosotros que por mil razones, no podemos estar ahí, en ese día, podemos admirarlo.
ResponderEliminarMuchísimas Gracias.